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sábado, 29 de julio de 2017

NORMANDÍA ( PLAYAS DEL DESEMBARCO ) Y PÉRIGORD. Parte II


DÍA 5

Saint-Malo →→1:15→→ Fouguères →→1:35→→ Sainte-Mère-Église →→0:35→→ Pointe du Hoc→→0:14→→ Playa Omaha →→0:38→→ Caen

Ver Ruta 5

Sainte-Mère-Église. Es un pueblo que forma parte de una de las más grandes hazañas del desembarco de Normandía. Sainte-Mère Église vio "llover" paracaidistas norteamericanos de la 82ª División aerotransportada sobre el pueblo ( por error) y sus alrededores durante la noche del 5 al 6 de junio de 1944. Si os fijáis en la iglesia y más concretamente en el campanario, veréis un muñeco colgado de un paracaídas. Es el mismo campanario en el que el paracaidista americano (John Steele) se quedó suspendido durante la noche del 5 al 6 de junio de 1944. Una vez suspendido del paracaídas se hizo el muerto durante 2 horas, viendo como mataban a prácticamente todos sus compañeros, hasta que fue capturado por los soldados alemanes. Posteriormente pudo escapar y reicorporarse a su división. Tras el fin de la guerra, John Steele visitó varias veces el pueblo, convirtiéndose en ciudadano de honor. La iglesia de Sainte-Mère, a la que no pudimos entrar porque se estaba celebrando un funeral cuando llegamos,  presenta las vidrieras dedicadas al desembarco de las tropas aliadas en las playas de Normandía. Se puede ver una Virgen rodeada de aviones y de paracaidistas. Y por supuesto es imprescindible ver también el Museo de las tropas Aerotransportadas (Museo Airborne). Presenta una colección de coches y aviones y documentos increíble. Este espacio recorre el lanzamiento de las tropas aeroportadas sobre la zona de Sainte-Mère-Eglise. Entre las cosas curiosas que podeis ver estan: El famoso Jeep Willys, el Planeador Waco así como su interior, un C-47, el famoso muñeco “Rupert”, la famosa Luger, el "Grillo" utilizado por los paracaidistas, armamento utilizado por las tropas paracaidistas norteamericanas, armas alemanas, equipo completo del paracaidista… Hay también una recreación de un avión igual de los que se lanzaban los paracaidistas que lo tienen ambientado con luces y sonidos para que sintáis lo que ellos sintieron.
En la película “El día más largo” hay una secuencia que refleja muy bien el lanzamiento de los paracaidistas así como la hazaña de John Steele.

Como curiosidad comentaros la cara de Adrián cuando llegamos a la plaza y vio la iglesia. Resulta que, sin decirle nada, cuando quedaban pocos kms para llegar, le puse en la tablet la escena de la citada película de tal manera que la estaba viendo cuando llegamos a la plaza y le dije: ¡Mira por la ventanilla!. Su cara de impresión fue un poema así como el taco que soltó.




 
 Iglesia de Sainte-Mère-Eglíse y
Recreación del paracaidista (John Steele) en el campanario


 

Entrada al museo Airborne

Exposición de objetos de los paracaidistas

Exterior y detalles de interior del planeados WACO

C-47

Después de al menos dos horas dentro del museo (el tiempo se nos pasó volando) nos propusimos comer pero, como os podéis dar cuenta, las 16:15 no son horas para que algún restaurante de Francia esté abierto así que, nos tuvimos que conformar con unos perritos calientes en un puesto callejero a la salida del museo. Nos supieron a gloria bendita. En 15 minutos estábamos ya preparados para el siguiente destino: Las playas del desembarco.
En el camino hacia ellas quise pasar antes por el pueblo de Carentan con la idea de reconocer algunos lugares de la toma de la ciudad por las tropas aliadas que tan bien se refleja en la serie “Hermanos de Sangre” (“Band of Brothers”). Serie totalmente recomendable para los amantes de la IIGM.
La verdad es que no encontramos nada que se pareciera a la idea preconcebida (quizás porque no nos habíamos informado antes de los lugares e íbamos a ciegas recorriendo el pueblo).
Visto lo visto, continuamos nuestro viaje hasta la playa UTAH y  Pointe du Hoc.

En nuestro camino, pasamos al lado del Museo del desembarco de Utah beach pero en este no nos paramos (no podíamos verlos todos) y nos fuimos directamente a Pointe du hoc que era un acantilado situado entre las playas  UTAH y OMAHA. Estas playas estaban asignadas a las fuerzas estadounidenses en el desembarco en Normandía. Veréis multitud  de cráteres realizados por el bombardeo previo que la marina norteamericana había hecho. También observareis varios búnkeres alemanes derruidos. Adrián se metió en varios cráteres así como en los búnkeres y descubrió que podía recorrerlos por dentro así como tocar el hormigón de dos metros de grosor que los recubría. Eran auténticas fortalezas con varias habitaciones dentro de ellos.
 El plan era que una fuerza anfibia un poco antes de llevarse a cabo el desembarco propiamente dicho en las playas escalara los acantilados e inutilizara los cañones alemanes que allí se encontraran. Posteriormente se uniría a las fuerzas estadounidenses que desembarcarían en la playa de OMAHA. Los elegidos para realizar el asalto fueron los hombres del 2º batallón de Rangers. Los Rangers eran una fuerza de élite del ejército norteamericano. Se trataba de escalar verticalmente estos acantilados de más de 30 metros de altura para inhabilitar las posiciones alemanas y así garantizar el éxito del desembarco en las playas. De los 225 Rangers que participaron sólo quedaron en pie 90.
Si queréis saber más, así como de todas las operaciones que tuvieron lugar el día D, en este maravilloso link está explicado perfectamente lo que antes comenté (buscad el párrafo del Pointe du Hoc):

Así mismo, os remito de nuevo a la película “El día más Largo” donde hay una escena de lo aquí acontecido.


Cráteres y acantilado en Pointe du Hoc
Detalles de búnker alemán en Pointe du Hoc





Nos habíamos entretenido mucho y se nos estaba haciendo tarde en el Pointe du Hoc y no queríamos acabar el día sin dar un paseo, por la que quizás, sea la playa más famosa del desembarco (OMAHA).
Playa de Omaha. Inmensa playa unida a las también emblemáticas Gold, Juno y Sword. Al oeste queda, separada de Omaha por Pointe du Hoc la otra, Utah. Denominada también “Bloody Omaha” (ya os podéis imaginar por qué). Ver los primeros 30 minutos de  “Salvar al soldado Ryan” y os daréis cuenta de la envergadura de la batalla que aquí se libró.

Desembarco en las playas


Sobradamente conocida, aquí os remito de nuevo al link por si queréis documentaros más. 



Comentar que aparcamos en el paseo marítimo y nos dirigimos hacia el monumento “Les Braves”. Son unas velas clavadas en la playa junto con un monolito de piedra que recuerda a los aquí caídos en el desembarco.

Playa Omaha y monumento "Les Braves"

Hacía una tarde desapacible, con bastante viento. Vamos, que de bañarse va a ser que no. La obsesión de Adrián era a ver si encontraba algunos restos de la batalla, pero no. Imaginación de nuevo al poder!. No se si será la edad pero yo ya tengo ese puntito de nostalgia que me trasladó a lo mucho leído y visto en documentales y películas de este sitio.
La playa poco se debe parecer a la que fue hace más de 70 años. Mi hijo no la reconocía como tal (venía con la imagen de “Salvar al soldado Ryan”) y le decepcionó un poco. A los alrededores de la misma, multitud de chalecitos para franceses adinerados dan cuenta que esto ya no es lo que fue. No obstante, si ponéis a funcionar de nuevo la imaginación, merece la pena haber estado aquí.
Como mañana teníamos pensado volver a la zona y estaba empezando a anochecer pusimos rumbo al hotel en Caen.

Caen. Es una ciudad de unos 100.000 habitantes que fue, prácticamente, destruida tras el desembarco de Normandía. Exceptuando el Memorial de Caen (museo de la guerra), del que ya os comentaré más adelante, prácticamente no la vimos. La usamos como ciudad dormitorio para ver el resto de puntos clave en el desembarco.

Vista nocturna de Caen
Habíamos reservado un hotel en el centro de la ciudad y estábamos un poco nerviosos por el tema aparcamiento así como el traslado de maletas al mismo (hasta ahora nos habíamos quedado en los hoteles que os comenté en la introducción y aunque la habitación era muy pequeña, la situación de los mismos así como el cómodo aparcamiento del que disponían, no habían facilitado mucho las cosas).
El hotel en cuestión se llamaba Hotel de la Paix (lo había visto recomendado en varias webs y foros para el uso que queríamos darle). Hotel sin grandes pretensiones pero con una habitación mayor que hasta las que ahora habíamos utilizado. Lo mejor de todo es que podíamos aparcar bien a las puertas del mismo. Es zona azul y había aparcamientos de sobra a la hora que llegamos, de noche ya, cuando ya es gratuito aparcar (creo recordar que de 20:00 a 9:00)
Por dos noches pagamos 132 euros habitación + 30 euros (desayuno para tres) para dos días. Total= 162 euros dos días.
Os dejo la dirección por si os interesa: Hotel de la Paix. 14, Rue Neuve Saint Jean.14000.Caen.
Estábamos derrotados y nos tumbamos en la cama para descansar un poco y no nos dimos cuenta que se hacía tarde para cenar. Eran las 22:00 y bajamos a toda velocidad para buscar un sitio. Tras fracaso en dos creperies y uno en una Grilled, entramos en un italiano “La Storia” enfrente del hotel que milagrosamente estaba aun abierto. Cenamos bastante bien (y eso que no soy muy aficionado de la comida italiana). Adrián y Mª José una inmensa pizza casera (vimos como hacían la masa delante de nuestras narices) cada uno y yo un escalope con espaguetis que no era un plato si no una fuente. El total de todo, con bebidas incluidas, fue de 64,70 euros. Probablemente no fuera una ganga, pero a esas horas en Francia para que te den de cenar lo pagas muy gustosamente y la verdad es que estaba todo estupendo.
Mañana será otro día. Adrián ilusionado. Hoy, por fin, había iniciado su día D.



DÍA 6




Caen (Memorial de Caen ) →→0:38→→ Cementerio alemán de La Cambe →→0:21→→ Cementerio americano de Omaha(Colleville-sur-Mer) →→0:07→→ Omaha (Museo) →→0:24→→ Batería alemana de Lounges-sur-Mer →→0:46→→ Bénouville (Puente Pegasus , museo y café Gondré ) →→0:17→→ Caen



Ha sonado el despertador a la 7:30 hrs. Directos a la ducha y a desayunar en el hotel. Café, croissants, zumos y chocolate. Estirando músculos para el día que se avecina.

Mañana de perros, otro diluvio (cuanto añoraba el calor que habíamos dejado en Madrid). A las 10:15, con paraguas y chubasquero, estábamos en el Memorial de Caen. Museo de la guerra enorme. Entrada cara (fueron 49 euros los tres más dos euros cada uno por la audio-guía, totalmente recomendable, por no decir obligatoria para sacarle partido a la entrada). A la entrada te recogen gratuitamente los abrigos, sudaderas o chubasqueros para dejarlos en el guardarropa (buena opción por el calor que se pasa dentro).
 El monumento está dedicado a la historia de violencia  en el siglo XX y particularmente en la Segunda Guerra mundial. Mediante la audio-guía y siguiendo un recorrido preestablecido inicias la visita. Empieza presentando el contexto de la Segunda Guerra Mundial antes de explicar las distintas etapas de la guerra y los bombardeos, la deportación, la resistencia y el desembarco a través de archivos, documentales y emocionantes testimonios. El circuito finaliza con la caída del muro de Berlín.
 Hay pases continuos de un documental, que nosotros lo vimos al final de la visita,  « El Día D y la Batalla de Normandía » cada 19 minutos. Sesiones cada 30 minutos.
Es un gran museo pero quizás demasiado para quien no sea un entusiasta de la guerra. Se tardan unas 4 horas en verlo ya que es un itinerario preestablecido con la audio-guía. Mi hijo al final estaba cansado y no le hubiera importado acabar la visita antes pero mi mujer y yo estábamos ensimismados y no atendimos mucho sus peticiones. La visita se nos pasó volando (bueno, a Adrián andando o como mucho corriendo).




A la salida del mismo la lluvia había cesado y el sol empezaba a darnos ya las buenas tardes. Aprovechamos a sacar algunas fotos del exterior y nos pusimos rumbo a los cementerios.





Cementerio alemán de La Cambe. Es el mayor cementerio militar alemán de la región en el que están enterrados más de 21.000 militares, incluidos algunos miembros de las Waffen-SS.



La mayoría de los militares sepultados aquí murieron en la Playa de Omaha. El cementerio fue inaugurado en septiembre de 1961.
A la entrada del cementerio se puede leer:
Hasta 1947, este era un cementerio estadounidense. Los restos fueron exhumados y trasladados a Estados Unidos. Es alemán desde 1948 y contiene unas 21 000 tumbas. Con la melancolía de rigor, es un cementerio para soldados, muchos de los cuales no habían elegido la causa por la que luchar. Ellos también han encontrado reposo en nuestro suelo de Francia.
Es un cementerio no muy grande (si lo comparamos con el cementerio americano) y no suele haber problemas de colas ni de aparcamiento. Se accede fácilmente ya que está al lado de una carretera (No hay que entrar en el pueblo de La Cambe). Entrada gratuita.

Desde que te vas acercando la sensación que me daba era sobrecogedora. Un pequeño parking a la entrada, con sitio de sobra daba una idea de lo que aquello representaba para el pueblo francés y visitantes. Extremadamente cuidado y austero.



A la entrada, a la derecha una pequeña y escueta recepción con algún que otro objeto y documentos pertenecientes a los soldados alemanes así como un plano del mismo y un libro de visitas donde están recogidos los nombres de mucho de soldados aquí yacentes (digo muchos, porque había muchas lápidas que sólo ponía “Ein Deutscher Soldat”)



Una vez dentro, un silencio sepulcral nos invadía. Poca gente paseando, como sin rumbo. Casi no apetecía sacar la cámara de fotos. Los árboles casi reposaban sus ramas sobre un césped salpicado de multitud de pequeñas lápidas negras y algunas cruces. En las lápidas, sólo el nombre del soldado, su año de nacimiento y el de su muerte. Muchos no sobrepasaban los 20 años. Algún que otro ramo de flores daba cuenta del recuerdo de algún familiar.




En el centro del mismo, un alto promontorio, una gran cruz y dos figuras enormes daban un aspecto estremecedor.



Adrián y yo habíamos leído alguna que otra biografía de soldados alemanes. Entre ellas destacaba la de Michael Witmann, militar alemán y posiblemente uno de los mejores tanquistas que hayan existido. Durante el desembarco de Normandía estaba al mando del famoso tanque Tiger I en la zona de Villers-Bocage donde fue alcanzado (hay discrepancias cómo) y muerto en batalla. Sus restos reposan aquí.
¿Por qué cuento esto?
Pues porque Adrián y yo nos tiramos cerca de media hora buscando su tumba. Entre el poco alemán que sabemos (en el libro de visitas viene donde estaba ubicado) y la multitud de lápidas nos fue imposible encontrarla. Tampoco nos atrevimos a preguntar.





Con una sensación extraña abandonamos el lugar y pusimos rumbo a nuestro próximo destino, ¿y cual creéis que fue?, pues sí, el Cementerio americano de Omaha (Colleville-sur-Mer).

A medida que nos íbamos acercando una enorme fila de coches nos ponía en antecedentes del sitio que íbamos a visitar. Un enorme descampado, dividido en multitud de sectores hacía de aparcamiento. Increíble la cantidad de coches que entraban y salían (no sé cómo a la M-30, a las 8 de la mañana, no le pusieron de nombre Omaha). El contraste con el cementerio alemán era bestial. Aquello no parecía la visita a un cementerio si no a una gran feria o a un gran concierto (pero de los Rolling Stones para arriba).
El parking perfectamente organizado, por personal norteamericano, estaba hasta arriba; lo cual no hizo que no nos asignaran rápidamente un lugar para dejar el coche.

 Está en una colina desde donde se divisa la playa de Omaha. Bonito paseo desde el parking y preciosas las vistas de la playa Omaha desde el sendero que conduce al cementerio.

Vistas de la playa Omaha desde el cementerio americano

En él se encuentran las tumbas de más de 9.000 soldados norteamericanos fallecidos durante el desembarco y en los días posteriores al Día D. Es el típico cementerio americano con multitud de cruces blancas perfectamente alineadas sobre un césped  recortado y cuidado. Ríos de gente colocan flores y banderitas norteamericanas a las tumbas de los soldados desconocidos “Here rest in honored glory comrade in arms known but to God”. Niños jugando y corriendo entre las cruces contrastaban con la austeridad y silencio vividos en La Cambe.










El cementerio tiene una acceso al Memorial, pero no entramos; con el tiempo dedicado al Memorial de Caen teníamos suficiente para esta mañana. Se nos estaba haciendo muy tarde para comer. La intención, por enésima vez de Adrián era encontrar y pasear por el sendero que aparece en la primera escena de la película “Salvar al soldado Ryan” donde “Ryan”, ya envejecido, con toda su familia regresa a Normandía a rendir homenaje al capitán “J.H. Miller” (interpretado por Tom Hanks) aquí enterrado.
Se nos ha hecho tardísimo en el cementerio americano así que salimos pitando hacia la playa de Omaha con la intención de encontrar algún sitio abierto. Hemos tenido suerte. Hemos aparcado en un parking gratuito, justo enfrente al monumento “Les Braves” y no hemos dirigido al restaurante “L´OMAHA”. Agradecimos que a las 16:15 hrs nos dieran todavía de comer. No fue nada barato pero era lo único que había abierto a esas horas (dos hamburguesas grandes con guarnición y una ensalada Omaha más bebidas 67 euros).




Tras la comida en el restaurante pasamos a una pequeña trastienda del mismo donde compramos algunos recuerdos.
A menos de 5 minutos andando del restaurante se encuentra el Museo de Omaha. Museo muy entretenido y curioso, dedicado prácticamente al desembarco. Tiene una colección inmensa de objetos personales, armas, vehículos, uniformes, mapas y fotografías del mismo. Museo no muy grande pero muy completo. No tiene pérdida porque hay un tanque Sherman y un cañón Long Tom de 155 mm. en el parking. Fue, junto con el Airborne de S. Mère-Eglíse, uno de los que mas nos gustó. María José no entró (estaba cansada y prefirió quedarse leyendo en el recibidor del museo). La entrada para Adrián y para mí 10,40 euros. Estuvimos dentro como 1 hora.








Tras la visita del museo de Omaha pusimos rumbo a nuestro próximo destino: La batería de Longues-sur-Mer. A los pocos minutos del trayecto observamos una gran mole rectangular de cemento con gran jardín a su alrededor (no lo llevaba en mis planes de viaje). Era el Museo Overlord Omaha Normady 44. Estaba cerrado pero paramos el coche en un parking exterior gratuito y nos dimos un paseo por los alrededores del mismo. Encontramos más tanques y piezas de artillería, así como unos puentes de madera utilizados para transportar el material a las playas.





Tras abandonar el museo, en el trayecto a nuestro próximo destino, nos llamó la atención una iglesia reconstruida, en Colleville-sur-Mer, con una gran fotografía en el muro de cómo quedó tras los bombardeos.





 La Batería alemana de Longues-sur-Mer. Es la única de las playas de Normandía que conserva los cañones originales (una de ellas se encuentra en perfecto estado de conservación).
 Se iniciaron 1943 con 4 bunkers abiertos con 2 metros de espesor.  Cada bunker tenía instalados un cañón naval con un alcance de 20 km. En el bunker donde se alojaba el cañón había habitaciones donde se guardaban los proyectiles. Están en un campo a las afueras de la población donde es muy fácil llegar y aparcar. La entrada es gratuita. Desde ellas, por un sendero a unos 500 metros, sobre el acantilado, se encuentra el puesto de mando y control (que transmitía por unos cables enterrados las coordenadas para el disparo de las mismas). Una escena de “El día más largo”; cuando un militar alemán, al mirar hacia el mar y ver una gran cantidad de barcos se da cuenta que la invasión ha comenzado; fue rodada en este lugar.
No os quiero decir lo que disfrutó Adrián subiéndose a los cañones, metiéndose dentro de los búnkeres y haciendo volar su imaginación (bueno, yo también).
El paseo por este campo donde se encontraban fue de lo más gratificante. Las vistas del acantilado, al lado de la playa Gold, espectaculares.


Interior de la batería

Puesto de mando y control con observador

Visual del acantilado desde el puesto de control
Cañón naval de 155 mm

Estaba empezando a anochecer por lo que nos dispusimos a alcanzar nuestro último objetivo en el día de hoy antes de regresar al hotel el Caen. Fueron 45 minutos de lluvia intensa hasta Bénouville. Cuando llegamos, chubasqueros y paraguas para pisar otro de los sitios emblemáticos de el día D.
Puente Pegasus, café Gondrée y museo.  El museo estaba ya cerrado así como el café Gondrée (una pena porque me hubiera encantado tomar algo en un sitio tan particular y con tanta historia). Nos dimos un paseo por el nuevo puente (una réplica del original que se encuentra a pocos metros en el museo).
La visita al lugar fue corta. Nos estábamos calando hasta los huesos; no obstante dimos un paseo por el nuevo puente (una réplica más ancha que el original que se encontraba expuesto en el museo ya cerrado) y por los exteriores del museo desde donde pudimos realizar algunas fotos.
 En el siguiente enlace podéis informaros de la batalla que se desarrolló en este lugar, muy bien reflejado también en la película “El día más largo”

Puente Pegasus original y en la actualidad
 
Exterior del museo Pegasus


El día D llegaba a su fin. Era ya de noche por lo que nos pusimos camino a Caen para cenar y descansar de este día tan ajetreado.
Esta noche no tuvimos la misma suerte. Queríamos volver a cenar en el mismo sitio que el día anterior pero llegamos 15 minutos más tarde del cierre (creo que eran las 22:15). El restaurante estaba todavía con comensales dentro y aunque insistimos para que nos dieran una cena rápida no hubo manera. Así se las gastan por aquí.
Nos tuvimos que conformar con una pequeña tienda de kebabs que estaba abierta (y con lo que odio yo esta comida). Tras ésto al hotel. Caímos muertos.


DÍA 7

Caen →→4:50→→ Oradour-sur-Glane →→1:30→→ Colonges-la-Rouge →→1:00→→ Boulazac (Perigueux)


Ver Ruta 7

Tras desayunar en el hotel nos pusimos de nuevo en marcha. Hoy nos quedaba un gran viaje por delante. Salimos de Normandía con destino al Perigord pasando por un pueblo de triste recuerdo.
Oradour-sur-Glane.- El 10 de Junio de 1944 fue arrasada y quemada por los nazis donde asesinaron a prácticamente todos sus habitantes (642 personas de ellas, 190 hombres fusilados y quemados, 245 mujeres y 207 niños ametrallados y quemados en la iglesia). La han mantenido tal y como quedó, construyendo a pocos metros una nueva ciudad con el mismo nombre. Hay un museo dentro de la misma (la antigua ciudad) que nosotros no entramos. Preferimos pasear por sus calles para observar con tristeza la barbarie que allí sucedió. En la iglesia se pueden ver los orificios de las balas cuando ametrallaron a las mujeres y niños así como los restos de un carrito de bebé y la campana fundida en el suelo tras el incendio que le siguió.






En el siguiente enlace podéis informaros de como ocurrió todo (estremecedor).






En principio aquí acababa nuestro viaje. El proyecto inicial era conocer Bretaña y Normandía pero unos amigos de Madrid (Belén y Luís) llevaban ya un tiempo insistiéndonos que teníamos que conocer la comarca del Périgord, zona que ellos habían visitado varias veces y les encantaba. Como estábamos cerca de la misma y nos caía casi de paso hacia España allá que fuimos.

Cuando llegamos tuvimos la sensación que comenzábamos de nuevo nuestro periplo ya que nos recordaba bastante a la Bretaña. Con sus diferencias, volvíamos a los pueblos bonitos y entrañables llenos de plantas y flores donde la Normandía había significado ese entreacto cargado de historia bélica reciente. Verdad sea cierta que estuvimos muy poco tiempo pero nos supo a gloria; prometiéndonos regresar de nuevo con más calma. No obstante quiero dejar unas pinceladas de lo que allí vimos.

El Périgord es una comarca del suroeste de Francia, cuna de dos de sus pasiones culinarias: la trufa negra y el foie, que se divide en 4 subcomarcas:
Périgord verde. Situado al norte de la comarca. Este nombre viene de los bosques de robles que hay
Périgord blanco.  En el centro de la comarca, alrededor de Périgueux. El nombre deriva del suelo calcáreo.
Périgord negro. Al sureste de la comarca, cerca de Sarlat-la-Canéda. El nombre es debido a los oscuros bosques que pueblan el lugar, así como por el color de las trufas que aquí se dan.
Périgord púrpura. Situado al suroeste de la comarca, próximo a Bergerac. Se llama así porque el color púrpura recuerda al color del vino. Zona con muchos viñedos

He incluido algunos pueblos que visitamos; que aunque no pertenecen al Perigord, están muy cerca del mismo y merece mucho la pena conocer. Véase Collonges-la-Rouge y Rocamadour).
Quizás los sitios mas adecuados para alojarse sean Sarlat la Caneda o Periguèux ya que son los más grandes y tienen más oferta de hoteles y restaurantes, así como más ambiente nocturno.

Todavía estupefactos con lo que habíamos visto en Oradour pusimos rumbo a la comarca. El primer pueblo a visitar fue Collonges-la-Rouge. Pueblo precioso donde los haya. No pertenece exactamente al Périgord pero está muy cerca. Si cogéis la autopista A20 de norte a sur, entre Limoges y Toulouse, al Oeste se encuentra la comarca del Périgord y al Este el pueblo del que hablo (así como Rocamadour, otro totalmente recomendable).
Lo más curioso del mismo es el color rojizo (la Rouge) de sus casas fabricadas con piedra de rodeno. Es un pueblo pequeño, no más de 500 habitantes pero, pasear por sus calles es una maravilla así como degustar lo que apetezca en las terrazas y restaurantes acogedores que tiene. Al final del pueblo hay habilitado un parking de pago ya que, debido al turismo que tiene, es difícil aparcar dentro del casco urbano.








Empezaba a anochecer así que nos despedimos rumbo a nuestro alojamiento en Boulazac, en los alrededores de Périgueux, previa cena en un gran centro comercial cercano.




DÍA 8

Boulazac (Périgueux)→→ 1:30→→ Rocamadour →→1:00→→ La-Roque Gageac →→0:10→→ Beynac-et-Cazenac →→0:20→→ Sarlat-la-Canéda →→0:25→→ Montignac →→0:40→→ Boulazac (Périgueux)


Ver Ruta 8

De nuevo suena el despertador temprano. Ducha rápida y desayuno en el hotel para disponernos a nuestra última ruta antes de partir para España.

El primer destino de la ruta de hoy es el pueblo de Rocamadour. Paramos a tomar un café en el pueblo de Martel, nos dimos un pequeño paseo y proseguimos (no nos pareció que tuviera mucho que ver).
Rocamadour es uno de esos pueblos que aparecen en todas las guías como uno de los más bonitos de Francia; y no le falta motivos. Igual que Collonges-la-Rouge, no pertenece al Périgord sino a la región denominada Mediodía-Pirineos. Ligeramente al sur de Collonges-la-Rouge y al Este de la A-20.

Es absolutamente recomendable llegar a él pasando por L’Hospitalet (desde la carretera D 673 a la D32). L’Hospitalet vive exclusivamente del turismo que va a Rocamadour. Desde él hay un mirador (siempre lleno de gente) con unas vistas espectaculares de Rocamadour (imprescindible parar para verlo). Hay, también, una multitud de restaurantes y un aparcamiento donde, si hay sitio, podéis dejar el coche para ver como Rocamadour,  literalmente, se “agarra” a la roca que le da nombre.

Vista de Rocamadour desde el mirador de L'Hospitalet


Una vez lo anterior, continuamos un par de kilómetros, hasta una gran zona verde habilitada para aparcar (gratuito) a los pies del pueblo (no se puede meter el coche en él).


Parking en Rocamadour

Una vez aparcado, a Adrián le apetecía que nos llevara hasta el pueblo un trenecito turístico (como los que ponen en muchos sitios). Creo que si hubiéramos ido andando habríamos tardado menos. Totalmente prescindible.
El pueblo, o mejor dicho como está construido sobre la roca, es espectacular. Dispone de un ascensor en mitad de la calle más importante para subir a un santuario que hay en lo más alto.




A los pies de un acantilado y al lado de río Dordoña se asienta nuestro próximo destino. La-Roque-Gageac. Es tan acogedor el entorno, que ya los hombres prehistóricos utilizaron la roca para hacer sus viviendas.
Llegamos a mediodía y lloviendo de nuevo así que nos dispusimos a comer en uno de los restaurantes al lado de la carretera para después pasear y deleitarnos con otra maravilla de pueblo.





A escasos 10 minutos de coche se encuentra Beynac-et-Cazenac otro de “Les Plus Beaux Villages de France”, asociación francesa creada en 1982, con el objetivo de promover el atractivo turístico de los pequeños municipios rurales franceses. Distintivo que veréis por las carreteras, indicándoos que estáis cerca de uno de ellos.

Fotogénico a más no poder, cuenta con un imponente castillo así como el río Dordoña que le da un aspecto idílico con sus barcos turísticos cruzándolo. Como curiosidad decir que Juana de Arco, Los visitantes y Chocolat se rodaron aquí. No es para menos. Después del bonito paseo, aprovechamos para comprar el exquisito foie gras de la zona






De aquí nos dispusimos a nuestro próximo destino, Sarlat-la-Canéda, capital del Périgord negro.
Pueblo ya más grande, de unos 10000 habitantes, mucho más bullicioso que los antes descritos y con más oferta hotelera. Sus calles y plazas llenas de gente con manifestaciones artísticas (mimo, magia, prestidigitación, música…) haciendo partícipe a cualquier elegido que allí se encontrara. Es uno de los pueblos más visitados de la región. Un paseo por esta preciosa villa suele ser toda una experiencia.





Sarlat-la-Canéda



Se nos estaba empezando a hacer tarde y nos quedaba aún 1 hora de viaje hasta llegar a Baulazac, donde estaba nuestro hotel; así que, dirección en navegador y a cenar, que ya sabéis los horarios por estos lares. Pues bien, de camino al hotel, pasamos por un pueblo, que no lo teníamos agenda para visitar, que nos encantó. Aparcamos el coche y nos dijimos: ¿Por qué no cenar aquí?. Y allá que fuimos. El pueblo en cuestión se llama Montignac.

Vista de Montignac desde el puente del río Vézère (al fondo el restaurante donde cenamos)


Como era pronto aún y teníamos tiempo para cenar nos dimos un paseo por el pueblo. Nos encontramos con una balconada de madera llena de flores realmente espectacular. No tenía el encanto, casi de cuento, que tenían los antes visitados, pero fue muy agradable. La estampa del mismo desde el río Vézère era maravillosa.




Desde un puente divisamos un restaurante, literalmente, al lado del río que invitaba a pasar allí una buena velada. Con una gran terraza. El restaurante en cuestión se llamaba “La Gabare”. Como empezaba a hacer algo de fresco, junto con la humedad que desprendía el río, decidimos pedir una mesa en el interior (que estaba abierto lateralmente casi por completo). Exceptuando un pequeño altercado con el camarero (no me acuerdo bien lo que fue, pero pedimos de primero algo para compartir más un segundo para cada uno y nos trajo tres primeros y tres segundos) que se resolvió educadamente sin más (excepto la cara de contradicción del camarero) la cena fue buena pero que muy buena.







Con los postres hay una anécdota pintoresca. Resulta que apareció un chico joven tocando y cantando canciones francesas, muy románticas, con su acordeón. Tras unas cuantas canciones se nos acercó a la mesa y empezó a cantar y tocar el “Viva España”, tras lo cual, un aplauso generalizado de todos los comensales que allí había. ¡Tierra trágame! Creo que las casas de Collonges-la-Rouge eran blancas si las comparamos con mi cara.



Quiero hacer un inciso para comentar que ésto es sólo un aperitivo de la zona del Périgord y Mediodía-Pirineos (teníamos ya poco tiempo); lugar al que volveremos seguro. Hay otros pueblos muy, pero que muy, recomendables por la zona; véase:Saint-Cirq-Lapopie, Cahors, Domme,...

Nuestro periplo llega a su fin. Mañana ponemos rumbo a casa así que ahora toca descansar.


DÍA 9


Boulazac (Périgueux)→→ 8:10→→Madrid

Ver Ruta 9

Última etapa del viaje ya de camino a casa. Son unos 800 kms pero después de todo lo anterior, nos parece casi un paseo. Sobre las 9 de la mañana y tras cargar gasolina nos despedimos del Périgord.

La comida francesa es excelente pero yo ya empezaba a añorar la nuestra (excelentísima) así que como nos iba a dar la hora de comer por el camino ¿Qué mejor cosa que terminar el viaje con un buen lechazo?.
Dicho y hecho. Reservamos desde el camino y alrededor de las 15:00 hrs ya estábamos sentados en la mesa de "Casa Antón" en Lerma (Burgos) al lado de la plaza. Ahí os dejo la dirección por si pasáis por allí. No os defraudará. Calle del Doctor Luis Cervera, 5, 09340 Lerma, Burgos

Teléfono:947 17 03 62
Excelente fin de viaje.


No quería finalizar este blog sin agradecer a todos los que, de alguna manera, han colaborado a realizar este maravilloso viaje.

En primer lugar, a mi mujer Mª José y a mi hijo Adrián; por soportar, algunas veces, mi poca flexibildad en un viaje tan organizado (a Adrián, además, por haber aguantado en aquellos lugares que menos le interesaban y a mi mujer por haber recopilado tantísimos datos que aquí se cuentan).

A Belén (primera profesora de Adrián en la casita de niños cuando este tenía 1 año, y ahora gran amiga nuestra) y a Luís que nos animaron a conocer el Périgord así como sitios que recorrer en tan poco tiempo.

A mi compañera de trabajo Lina González por las pautas que me dió para realizar este blog (mi primer blog)

A muchos blogeros que me facilitaron las rutas a seguir. Entre ellos destacar un blog muy completo (sobre todo para autocaravanas)  http://vacacionesmirypaco.blogspot.com/ así como a la estupenda web www.lasegundaguerra.com/ de la cual os dejo varios enlaces de los lugares donde estuvimos por si quereis ampliar conocimientos.

A mi antiguo coche que, con 340.000 kms, nos llevó y nos trajo sin ningun percance.

Y por último, a todos los que leísteis este blog y os entretuvo; deseando que os sirva de ayuda si alguna vez os animáis.

Gracias y hasta pronto
Mª José, Adrián y Rafa